El día Internacional del Trabajo Doméstico se celebra el 22 de julio y fue declarado en el Segundo Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (1983).

El objetivo es reconocer el trabajo que realizan mayoritariamente las mujeres en sus hogares y que, en muchos casos, no está visibilizado ni remunerado.

“Eso que llaman amor es trabajo no pago” y en este contexto de aislamiento se ha puesto en evidencia la necesidad invalorable que tienen las tareas domésticas, las personas que las realizan y sobre todo el tiempo que ellas conllevan.

El trabajo doméstico comprende las tareas del cuidado. Por su parte, los trabajadores domésticos constituyen una parte considerable de la fuerza de trabajo en empleo informal encontrándose entre los grupos de trabajadores más vulnerables en tiempos de pandemia.

La OIT advierte sobre los desafíos del sector pos COVID 19 y al respecto que “será fundamental implementar medidas para su transición de la informalidad a la formalidad, de modo de proteger su salud y garantizar su estabilidad laboral y seguridad económica ante contextos de crisis como el actual”.

Esta realidad nos ha reafirmado que:

  • Los trabajos del cuidado son trabajo;
  • No se han detenido con el aislamiento;
  • Las llevan adelante mayormente mujeres;

Hoy son sustento necesario para que continúen los mecanismos de las “tareas esenciales”.

Por todo ello deberemos pensar la salida del aislamiento y la reactivación con perspectiva de género poniendo el foco en la creación de programas de empleo para cuidadores y cuidadoras, en la formalización del trabajo doméstico y en la promoción de políticas del cuidado en clave igualdad.

Comparto datos de la OIT, de la Encuesta sobre el Uso del Tiempo de INDEC y datos propios recogidos por la encuesta que realizamos el año pasado entre nuestros afiliados y afiliadas.

Por Carla Pitiot

 

Carla PITIOT